lunes, 13 de enero de 2014

El hombre tranquilo

Luis Hernández se incorporó a las filas del Sporting B en enero de 2012 con un contrato para el próximo año y medio. Su historia era un poco extraña, estaba bien considerado en la cantera del Madrizzz, e incluso jugaba como titular por delante de Carvajal en las categorías inferiores, pero una dura lesión de rodilla frenó su carrera, y estuvo un año y medio parado. Debido al paso al primer equipo de Pedro Orfila en los meses de Clemente al mando del Sporting, Luis jugó 10 partidos con el filial en ese primer medio año; al siguiente, ya en segunda, debutó con el primer equipo en Santander en la tercera jornada. Luis jugó su primer partido en el Sporting tras haber disputado tan sólo 11 partidos con el filial, por lo que no fue observado con lupa como los nuevos fichajes pero tampoco habia dado tiempo a catalogarlo como canterano; quizás por eso llegó al primer equipo sin hacer ruido, como quien no quiere la cosa. En un principio llamaba la atención su aspecto, parecía que podría suceder a Botía como el nuevo fucker de Fomento, pero nada más lejos de la realidad: a los 23 ya estaba casado y con 2 hijos. Raro, raro, este tal Luis.

El caso es que no empezó demasiado bien. Mejoraba algo a Orfila, cuyas jornadas en segunda fueron realmente malas (mucho peores que en primera) pero parecía un defensa endeble, blandito. En ataque tampoco aportaba demasiado, subía con cierta inteligencia pero no destacaba por su manejo de balón. La marcha del equipo era penosa y pronto llegaron las numerosas críticas. Poco a poco se fue descubriendo una curiosa habilidad: sus kilométricos saques de banda. El gol de Canella al Córdoba vino precedido de uno de estos saques y pronto se empezó a hablar de ello. Muchos usaron esta habilidad para agudizar las críticas - "sólo vale pa sacar de banda" - pero el caso es que Luis fue mejorando. Sin maravillar a nadie, pero ahí había jugador. Sobrio, discreto, y poco amante de las florituras, los fallos fueron bajando, aunque pocos se lo reconocieron. Además también podía jugar de central. Acabó jugando 22 partidos en la 2012/13, no fue de partida en la recta final del campeonato porque su puesto lo tomó Lora, que estando a su más alto nivel, no tiene rival. Pero bueno, 22 partidos... no son moco de pavo.

Este año partía claramente con el cartel de suplente, pero ya se sabe que las temporadas son muy largas, hay lesiones y sanciones y casi todos tienen tiempo para jugar. La lesión de Canella en la jornada 4 fue su primera oportunidad, jugó unos cuantos partidos a un nivel decente - entre ellos el de Vitoria, donde fue el único jugador que pareció enterarse de que allí se estaba jugando un partido de fútbol - y volvió al banquillo cuando se recuperó el de Laviana, pero pronto tuvo que volver a saltar al verde. Hubo muchos motivos: lesión de Mandi, sanción de Lora, aunque el principal fue el cambio de posición del mostoleño cuyo nivel no era el esperado y Sandoval buscó cambios en el sistema para ver si así la cobrita recuperaba su nivel. Luis siempre cumplió, a su estilo, sin alardes, pero cada día demostrando más categoría (incluso técnicamente). Se fue afianzando en el puesto, hasta que en la jornada 15 Sandoval sale en Lugo con una disposición 3-5-2, con Luis de central derecho; fue casi una declaración de intenciones de Sandoval para con Luis - "eres titular", le parecía decir. Luis respondió con su primer gol y con su sempiterna sobriedad.

Se ha predicado que la vuelta de Lora al lateral es inminente, y que no se puede tener a un jugador de su categoría en el banquillo, pero en el Sporting no hay vacas sagradas (culpa de Sandoval, al que no se lo perdonan), y ya pueden montar alboroto los de siempre con la venida de Lora, que el lateral titular del Sporting se llama Luis Hernández. A muchos les cuesta reconocerlo pero es uno de los nuestros; su partido en Tenerife fue un manual de como debe de actuar un lateral derecho. Se ha ganado el puesto sin montar bulla, sin declaraciones fuera de tono, sin un representante exigiendo minutos, sin entrevistas reivindicadores, sin una cohorte de sabios pregonando a los cuatro vientos sus virtudes. Ha sido a base de trabajo, aplicación y discrección, y de humildad; esa palabra que de tanto usarla de forma banal y equivocada, ha perdido todo su significado.