jueves, 10 de julio de 2014

La fe y la certeza (Previa final del Mundial)

"Brasil decime que se siente, teniendo en casa a tu papá [...] A Messi lo vas a ver, la copa nos va a traer". Así reza el himno extraoficial de Argentina para esta copa del mundo 2014, un cántico con letra inventada y una melodía tomada de una maravillosa canción compuesta por la Credence Clearwater Revival; un himno que puede acabar convirtiendose en una realidad. La fe de Argentina es inquebrantable, sí; pero también lo era la de Brasil, puede decir Alemania. Los cariocas llegaron a este Mundial engañándonos a todos y haciendonos creer que tenían realmente plantilla para ser los favoritos de la copa del mundo. Pasaron todos los cruces de aquella manera, pero daba miedo verles; su tesón y su grandeza parecía mover montañas. David Luiz gritaba el himno brasileño con la vena hinchada mientras sus compañeros lloraban, el éxtasis se apoderaba de Brasil en todos los prolegómenos del encuentro, una parafernalia pomposa y efectista que vistió a la verdeamarelha de favorita pese al mal juego. Y cuanto más adversas eran las circunstancias, más énfasis ponían en todo aquello; con Neymar lesionado, Luiz y Julio Cesar cantaron el himno ante Alemania mientras portaban una camiseta del 10 caido en combate. Pura religión. Pero ya sabemos como se las gastan en Alemania. Los teutones mueven la pelota con caras serias mientras teorizan sobre las pautas del razonamiento racionalista y Khedira y Kroos se pasan el balón mientras uno defiende a Descartes y el otro a Hume. Y pese a sus discrepancias, una conclusión han sacado: si Brasil es favorita, antes lo tendrá que demostrar. Cuando Thomas Müller marcó el 1-0, se descubrieron las cartas de los brasileños, y se confirmó que estos habían lanzado un órdago a la grande. De todas las cartas que había sobre la mesa, sólo Marcelo por Howedes era beneficiosa para Brasil. El resto, salvo la pareja de centrales (opiniones aparte, se puede concluir que el nivel de ambas es similar), claramente eran favorables a Alemania en todas las posiciones del campo. Con el resultado en contra Brasil tomó consciencia de ello y su castillo de naipes se derrumbó, descubrieron las enormes grietas de su razonamiento, pero cuando trataron de reaccionar, los impávidos alemanes ya habían marcado 5 goles con una facilidad insultante. Si Brasil se estampó de bruces con la realidad, ¿podría pasarle a los argentinos lo mismo? "No", es su tajante respuesta. "Porque 24 años después, volvemos a tener al elegido".

El mundial de Leo Messi está siendo bueno, pero inconscientemente caemos en el mismo filtro: Diego Maradona en México 86'. Messi 14 no es Maradona 86 (probablemente nadie lo sea). Si es cierto que con la final por delante, Messi está a un gol de igualar los 5 goles del pelusa en aquel mundial, pero en la segunda y definitiva fase, la pulga ha estado lejos de los dobletes de Diego contra Bélgica y sobre todo Inglaterra. Ha jugado bien y pese a estar andando la mayor parte del tiempo, ha dejado muestras de su inigualable clase en los cruces contra Suiza y Bélgica, además de ser importantísimo en la fase de grupos. Leo ha sido los detalles. Detalles como ese gol a Irán en el 90+1 que posibilitaba a la albiceleste no tener que ganar el último partido para pasar como primera de grupo. O como ese golazo a Bosnia que auyentó los fantasmas de los 0 goles de Sudáfrica. O, por otra parte, como aquel slalom imposible de Maradona contra la selección brasileña para dejar a Claudio Caniggia sólo y que este marcase a placer. En ese himno ya mencionado que los argentinos cantan hoy en las calles de Brasil, también se hace mención a esta victoria de Argentina,
("Te juro que aunque pasen los años, nunca nos vamos a olvidar... Que el Diego te gambeteó, que Cani te vacunó, que estás llorando desde Italia hasta hoy.") 
la última de la albiceleste en enfrentamientos directos contra sus más encarnizados rivales. Messi 14 no es Maradona 86, pero si se parece algo más a Maradona 90. En aquel campeonato Diego no anotó ningún gol pero unas gotas de genialidad como aquel pase a Caniggia y su sola presencia bastó para atenazar a los rivales y llevar a una pobrísima Argentina a la final, como ha pasado este año. No son las únicas semejanzas entre ambas escuadras: en el 90 Goycoechea fue el heroe de las semifinales al detener dos lanzamientos contra Italia, igual que Romero en la misma ronda contra Holanda. La cantidad de goles que llevan a favor en esta fase final tras semifinales es la misma: sólo 2 goles, suficientes para haber llegado hasta estas instancias. Curioso porque en teoría las mejores armas que tienen los argentinos están en su delantera, ya que jugador por jugador el nivel de los defensas es inferior a casi todas las que partían como favoritas al título, pero el juego pesado, sin errores y buscando una genialidad de los de arriba que está planteando Alejandro Sabella está dando resultado. Y como última semejanza, el contendiente en la final fue precisamente contra Alemania, en un partido que se decidió a favor de los germanos gracias a un penalti dudoso que transformó Andreas Brehme. 4 años antes la final había sido la misma, aunque esta vez cayó para el lado de los argentinos, que aunque vieron como los alemanes fueron capaces de igualar un 2-0 en contra, tuvieron a Diego de su lado para que con un gran pase para Burruchaga este pusiese el definitivo 3-2 en el que es hasta ahora el segundo y último trofeo mundial de Argentina.

Alemania y Argentina se enfrentarán hoy por tercera vez en la final de un mundial, hecho que ocurre por primera vez en la historia, y se enfrentan por tercera vez consecutiva en los últimos mundiales disputados: en 2006 en los cuartos de final Alemania eliminó a Argentina por penaltis y en 2010 se encontraron en la misma ronda, pero el resultado fue mucho más duro para la albiceleste: un 4-0 que descubrió al mundo la deslumbrante generación de los Özil, Müller, Kroos, Khedira y etcétera que se ha confirmado en este Mundial como la gran generación de nuestro tiempo tras la engorrosa caida de España. El favoritismo de Alemania parece evidente tras el 1-7, y más teniendo en cuenta las dificultades con las que Argentina se ha plantado en la final, pero más les vale a Joachim Low y los suyos no despistarse. Di María, lesionado en los cuartos vs Bélgica, es probable que pueda ser de la partida, lo mismo que Hummels que lleva todo el mundial entre algodones. Parece que todas las estrellas estarán sobre el cesped de Maracaná. Una de ellas brillará sobre las demás. Lionel Messi en la final de un Mundial es algo histórico y probablemente irrepetible, y los argentinos necesitan que brille como nunca para poder obrar el milagro. Pero los disciplinados alemanes ni creen en los milagros, ni quieren creer: si consiguen que se juegue al fútbol, tienen las de ganar.
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